semilla

Cinco experiencias exitosas de producción de semilla de papa en los Andes

Papas nativas. Crédito: Milagros Salazar/IPS

El rendimiento del cultivo de la papa en los países andinos es relativamente bajo y una causa importante es la degeneración de la semilla. Para solucionar el problema se crearon los sistemas formales de certificación de semillas, a imagen y semejanza de los establecidos en los países desarrollados. Pero por diferentes motivos y a pesar del esfuerzo dedicado, su implementación no ha entregado los resultados esperados. Se requieren por tanto cambios urgentes en los actuales sistemas de semilla. Aquellos que permitan a los pequeños y medianos productores ser competitivos y mejorar sus condiciones de vida. La siguiente nota describe cinco experiencias exitosas de producción de semilla de papa en Ecuador, Perú, Chile y Argentina.

English version

La semilla es un insumo estratégico para la producción agrícola. Y en particular para la papa.

La papa se propaga principalmente por tubérculos (reproducción asexual o vegetativa) aunque también es posible hacerlo a través de semilla (reproducción sexual).

En general, las plagas y enfermedades de la papa se transmiten más rápido en tubérculos que en semilla.

Y según el Compendium of Potato Diseases, las que pueden atacar a la papa son:

  • 36 hongos
  • 26 virus y viroides
  • 5 bacterias
  • 6 nematodos

Estas plagas y enfermedades están relacionadas con uno de los mayores limitantes de la producción de papa en el mundo: la degeneración de la semilla.

La degeneración de la semilla es la reducción de rendimiento o calidad ocasionada por una acumulación de plagas y enfermedades a lo largo de sucesivos ciclos de propagación.

En los países desarrollados se solucionó ese problema facilitando a los agricultores el acceso continuo a semilla certificada (sistema formal).

En los países en desarrollo no tuvo los resultados esperados.

Los pequeños agricultores de los Andes usan como semilla de papa los tubérculos cosechados en su finca o aquellos conseguidos de vecinos o en mercados locales (sistema informal).

Y ese material suele tener plagas y enfermedades, que se acumulan de un ciclo a otro y que llegan a disminuir los rendimientos.

En una presentación realizada en Quito, Julio Kalazich (INIA-Chile) dijo que los sistemas informales:

  • representan más del 98% de la producción y uso de semillas en la mayoría de los países en desarrollo
  • no se rigen por ningún sistema de control de calidad oficialmente aceptado
  • generalmente producen semilla de mala calidad que no satisface las demandas del agricultor, tanto para su seguridad alimentaria como para las exigencias de mercados de alto valor

Por lo tanto, es necesario cambiar esta realidad y proponer sistemas de semilla que permitan a los pequeños y medianos productores ser competitivos y mejorar sus condiciones de vida.

A continuación se describen cinco experiencias exitosas de producción de semilla de papa en los Andes.

Las dos primeras se relacionan con el sistema formal y las tres restantes con una combinación del sistema formal y el sistema informal.

La semilla certificada en Ecuador

Invernadero inteligente construido por el MGAP (El Ciudadano)
En los últimos años el Gobierno ecuatoriano ha asignado grandes recursos al desarrollo social y económico del país.

Y la agricultura de pequeña escala tiene un lugar importante en ese esfuerzo

Con el fin de aumentar la productividad de ocho cultivos prioritarios, el Ministerio de Agricultura, Ganadería, Acuacultura y Pesca (MAGAP) inició en 2014 un proyecto para facilitarle a los pequeños productores el acceso a semillas de calidad.

El plan de mejora que el MAGAP diseñó para el cultivo de la papa comprende cuatro componentes:

  • Mejoramiento de la productividad
  • Sistema de información de mercados
  • Fortalecimiento asociativo, y
  • Comercialización

En el primer componente fue determinante la creación de nuevos protocolos para producir semilla certificada.

Los antiguos protocolos eran poco prácticos y casi imposibles de cumplir. Por tanto, eran ignorados. Los nuevos son más adecuados a la realidad de la producción de papa en Ecuador.

Algunos de estos protocolos están basados en la experiencia de CONPAPA — ver capítulo “Integrando sistemas formales e informales de semilla de papa en Ecuador”

La importancia del nuevo reglamento radica en que facilitó:

  • la inspección visual de los lotes de semilla (ahora se usa un index de daños)
  • el diagnóstico serológico (redujo el número de pruebas), y
  • la producción de semilla certificada de variedades nativas (usando la categoría semilla común o semilla de calidad declarada)

Una mayor información sobre la semilla de calidad declarada se encuentra en estos dos documentos de la FAO: Material de propagación de calidad declarada y Sistema de semillas de calidad declarada.

Importante también fue la construcción de un invernadero para producir semilla básica.

Es una estructura de 22 mil m2 en la cual funcionan tres sistemas de producción: aeroponía (cultivo sin tierra), hidroponía (cultivo industrial con soluciones acuosas) y producción de plantas madres.

El invernadero provee semilla básica a los programas de producción de semilla de categoría registrada del Instituto Nacional Autónomo de Investigaciones Agropecuarias (INIAP), y de algunas universidades.

Estos programas entregan la semilla a productores privados o asociaciones campesinas, registrados ante el MAGAP como multiplicadores de semilla certificada.

Parte de esa semilla multiplicada es adquirida por el MAGAP y entregada a aquellos productores de las provincias de Carchi, Chimborazo, Cotopaxi, Pichincha y Tungurahua que poseen hasta una hectárea de tierra.

Para ello utiliza los llamados Paquetes Tecnológicos Subsidiados.

Son paquetes que incluyen la semilla así como fertilizantes, agroinsumos, asistencia técnica gratuita del MAGAP y seguro agrícola.

Una última actividad del primer componente fue la publicación del documento Buenas prácticas agrícolas para papa.

Son disposiciones que se aplican a procesos relacionados con el cultivo, cosecha, poscosecha, empaque y transporte de papa para consumo en fresco y para procesamiento. Igualmente involucran la seguridad de los trabajadores y el cuidado del medio ambiente.

Dentro de los otros tres componentes, el MAGAP desarrolló las siguientes actividades:

  • el mejoramiento del transporte y salarios a funcionarios que intervienen en la certificación de semilla
  • la emisión diaria de los precios de compra y venta de papa a través de la radio
  • el control del contrabando de papa procedente de países vecinos
  • el estímulo a las compañías de agroquimicos para que otorguen créditos a los pequeños agricultores
  • el registro progresivo de productores de papa

A doce meses de finalizar el proyecto, una cosa es cierta: los agricultores ecuatorianos tienen ahora una mayor disposición a comprar semilla de calidad.

Dos factores han contribuido para ello.

El primero es el incremento de los mercados urbanos. Es una situación que estimula a los productores a vender más papa, lo cual aumenta la demanda por semilla formal.

El segundo tiene que ver con la creciente adquisición de tierras por parte de propietarios con vínculos a mercados urbanos. Ahora hay un número mayor de agricultores dispuestos a pagar por semilla producida fuera de la finca.

El proceso llevado a cabo en Ecuador no deja de tener sus retos.

Para Claudio Velasco, Coordinador de Investigación del Centro Internacional de la Papa en Ecuador, el mayor desafío es hacer eficiente esa cadena de multiplicación de semilla.

“La producción del invernadero es el primer eslabón en la cadena de multiplicación de semilla de calidad en el país.

Para hacer eficiente esa cadena, el sistema nacional de abastecimiento de semillas de papa debe comprometer de manera creciente la participación del sector privado y de las organizaciones de productores. No sólo durante la producción de semilla certificada; también durante su promoción.

En este último sentido, son fundamentales los esfuerzos que el sector público haga en asistencia técnica, capacitación y acompañamiento de los productores y usuarios de semilla certificada.

Porque el objetivo final es que los beneficios de usar semilla certificada se transformen en aumentos de productividad e ingresos”.

Malargüe, área protegida para producir semilla de papa en Argentina

Cultivo de papa en Malargúe (Jaime Orrego)
Argentina es un país que se autoabastece de semilla de papa desde 1985. Antes dependía de importaciones realizadas desde Holanda y Canadá.

Empezar a ser autosuficiente se logró por las siguientes actividades:

  • la introducción del sistema ELISA para la detección de virus
  • la multiplicación “in vitro” de material libre de enfermedades y plagas, y
  • la creación de áreas diferenciadas, protegidas por leyes provinciales, para la producción de semilla básica

Las áreas diferenciadas que están activas actualmente se encuentran en San Cayetano-Tres Arroyos en Buenos Aires, Tafí del Valle en Tucumán, Valles Andinos de San Juan, Las Estancias en Catamarca y Malargüe en Mendoza.

Según un estudio realizado en 2013, en dichas áreas se produce el 75% de las 200.000 toneladas de semilla que Argentina necesita para abastecer su mercado interno. Toda es semilla fiscalizada.

El resto sale del sistema informal que funciona en la provincia de Córdoba, principalmente.

La semilla informal suele someterse a los mismos procesos de control que la semilla formal; por lo tanto, su calidad es buena también.

El área diferenciada de Malargüe está ubicada en el departamento más austral de la provincia de Mendoza.

Hace 40 años ya producía semilla de papa que era llevada a las principales zonas paperas del país.

A finales de los años 70 se iniciaron los estudios epidemiológicos necesarios para declararla área díferenciada. Oficialmente fue declarada como tal en 1.982.

La semilla de Malargüe se produce en “oasis” situados en valles andinos, a más de 1.400 m.s.n.m., con períodos cortos libres de heladas, baja humedad ambiental y grandes amplitudes térmicas diarias.y anuales.

El clima es similar al del resto de la Patagonia argentina, de la cual Malargüe forma parte. Las precipitaciones no superan los 200 mm al año. Y el riego proviene del deshielo de nieves y glaciares cordilleranos.

La condición de área diferenciada se ha mantenido gracias a las siguientes ventajas comparativas:

  • vías de acceso que facilitan la inspección de materiales vegetales
  • condiciones ambientales que impiden la difusión de plagas y/o enfermedades (temperaturas muy bajas, vientos secos del tipo zonda y desiertos patagónicos aledaños)
  • actividad agrícola escasa que disminuye el ingreso de patógenos
  • productores capacitados y organizados
  • presencia institucional participativa
  • conciencia de productores y técnicos para cumplir la legislación vigente

La producción y el comercio de la semilla es fiscalizada en todo el país por el Instituto Nacional de Semillas (INASE).

En algunas provincias, el INASE ejerce esa función a través de convenios con organismos gubernamentales locales.

Este es el caso del Instituto de Sanidad y Calidad Agropecuaria de Mendoza (ISCAMEN).

El proceso de fiscalización de la semilla sigue estos pasos:

El director técnico del productor (que debe ser un Ingeniero Agrónomo) pre-inscribe el lote ante el ISCAMEN, un mes antes de la siembra

Los funcionarios del ISCAMEN verifican en campo que el lote haya estado libre de papa durante al menos dos años.

Apenas se siembra el lote, el director técnico lo inscribe formalmente.

Y para ello aporta la superficie exacta y ubicación (mediante GPS) y el origen de la semilla (origen, categoría, variedad, etc.).

Después de la cosecha y una vez destruido el follaje, el ISCAMEN toma muestras de tubérculos para detectar virus y nematodos.

Malargüe es oficialmente zona libre de Nacobbus aberrans

Las muestras son analizadas en laboratorios privados o estatales de diferentes lugares del país. Buena parte de ellas se examinan en el laboratorio del INTA Rama Caida de Mendoza.

Si la semilla tiene las cantidades mínimas permitidas de virus y nematodos (tolerancia), se le asigna la categoría correspondiente (ver normativa Res. 217/02)

Si no, es rechazada y se vende como papa para consumo.

Se producen muy pocos rechazos y la mayoría son debido a nematodos; los rechazos por virus casi no se presentan porque la semilla se multiplica hasta tres veces y, por tanto, las infecciones son bajas

La producción en Malargüe parece haberse estabilizado en unas 1.000 hectáreas al año.

Durante su cultivo casi no se emplean los insecticidas sistémicos y no se utiliza el aceite mineral.

Y por seguridad, está prohibido el ingreso de semilla de otras regiones (a excepción de minitubérculos).

Los productores siembran variedades extranjeras (Spunta y Kennebec) y nacionales (Frital INTA, Pampeana INTA y Keluné INTA).

La semilla se vende para producir papa de consumo en Córdoba, Santa Fe, Buenos Aires y el norte de Mendoza.

La condición fitosanitaria original se ha mantenido gracias al esfuerzo de las instituciones y de los productores de Malargüe, que siguen contribuyendo con su fuerte conciencia semillerista.

El autor agradece a Jaime Ortego, investigador del INTA EEA Mendoza, exjefe de la Agencia de Extención del INTA de Malargúe y expresidente del ISCAMEN, por el envío de información y revisión de este capítulo.

La semilla corriente en Chile

Funcionario del SAG tomando muestras de un cultivo de papa (El Chelenko)

Por razones fitosanitarias, la semilla de papa en Chile se produce únicamente en la llamada Área Libre de Plagas Cuarentenarias de la Papa.

Es una zona que se extiende desde la provincia de Arauco en la región del Bío Bío hasta la región de Magallanes y la Antártica Chilena.

Por tener un clima templado y frío y suelos orgánicos es un área privilegiada para producir papa. De hecho, de allí han salido las principales variedades y semilla certificada para el resto del país.

Gracias a planes de vigilancia permanente, en dicha área están ausentes o bajo control oficial algunas plagas cuarentenarias, tales como Globodera rostochiensis (Nemátodo dorado), Globodera pallida (Nemátodo pálido), Thecaphora solani (Carbón de la papa) y Ralstonia solanacearum (Marchitez bacteriana)

Hubo una crisis de semilla certificada a finales de los años 70 y el Gobierno chileno dictó medidas de emergencia para abastecer el mercado.

Como consecuencia, hoy conviven allí dos tipos de semilla legal: certificada y corriente.

La semilla corriente es una semilla que en muchos casos viene del sistema de semilla certificada.

Y con frecuencia se dice que ‘escapa’ del sistema de certificación.

Eso sucede porque muchos productores la inscriben como semilla certificada pero terminan inscribiéndola y vendiéndola como corriente.

El órgano oficial que tiene que ver con la semilla corriente es el Servicio Agrícola y Ganadero (SAG).

Su acción se limita a inscribir y comprobar la existencia y establecimiento de estos semilleros en el Área Libre de Plagas Cuarentenarias de la Papa.

Y a regular su comercialización.

Por ejemplo, el SAG inspecciona las semillas si hay reclamos y verifica que se cumpla la normativa para las tolerancias establecidas.

Una semilla corriente es aprobada y puede comercializarse, si al menos tiene un 95% de pureza varietal y 15% de virosis total.

Así mismo hay tolerancias para enfermedades bacterianas o de hongos.

(entre esta últimas, las que se manifiestan en los tubérculos, como sarna comúnrizoctoniasis)

Pero es el propio productor el que garantiza que los niveles de virus, bacterias y hongos, que dice la tarjeta oficial del saco de semilla, corresponden a la realidad.

Si el usuario de esa semilla cree no es cierto lo que dice la tarjeta, puede hacer una denuncia ante el SAG. O incluso presentar una demanda civil ante la justicia.

Si la denuncia se hace ante el SAG, este organismo verifica la situación en terreno (o en bodega, si es antes de la siembra). Y si le da la razón al usuario, el productor puede recibir sanciones.

La producción de semilla corriente en Chile es entonces un sistema basado en la regulación del propio productor.

Es más barata que la certificada pero puede tener un menor rendimiento.

Eso debido a su contaminación por virus y otras enfermedades que sobrepasan la norma de la semilla certificada.

El PVY NTN es un virus que no siempre muestra sintomas; y como la inspección en campo se hace “a ojo”, la semilla comercializada puede estar contaminada con este organismo

Julio Kalazich (INIA), dijo durante su presentación en el Encuentro regional de sistemas no convencionales de semillas (Quito, 2012), que “la semilla corriente ha tenido éxito en Chile porque presenta una tolerancia a plagas y enfermedades más acorde a la realidad local y es un mejor negocio que la semilla certificada”.

“(…) se ha demostrado que la semilla corriente en la línea de selección puede rendir hasta un 30% más que la certificada porque el proceso de selección de la semilla es menos estricto en relación al tamaño, a las deformaciones e inclusive a enfermedades como la sarna común, que no genera mayor daño en el rendimiento”.

Y compartía los siguientes datos:

“[la semilla corriente] genera aproximadamente el 78% del volumen de la semilla legal producida. Y junto con la semilla certificada abastece el 75% de la demanda de semilla, asumiendo una tasa de renovación del 30% anual”.

(N. de la R.: se asume que el otro 70% utiliza la semilla propia para sembrar el próximo cultivo)

Por otro lado, Luis Salazar, experto mundial en virología, declaró en una reciente entrevista que la semilla corriente no debería existir en Chile. Para él “[la semilla corriente] prácticamente es consumo, es lo último de la C3, y la C3 según la ley tiene un porcentaje de tolerancia a virus demasiado alto (9%). Eso significa que el siguiente cultivo puede tener hasta un 80% de virus en el campo”.

Los técnicos consultados para escribir este artículo (*) coinciden en que la semilla corriente cumplió una función importante en asegurar el abastecimiento de semilla en Chile.

“Pero su ciclo ya terminó. Y hoy debe dársele paso a un 100% de semilla certificada”.

(*) Ivette Acuña B., INIARemehue, Ing. Agrónomo, Ph.D., Fitopatóloga, Jaime H. Rios, Jefe Comercial, Consorcio Papa Chile, Álvaro García Fernández, Gerente, Agrícola El Parque y Armando Águila C., Estación Experimental

Semilla por aeroponía y papa nativa en Perú

Asociación de productores de papa de caserío Yerba Buena Chica administrarán invernadero aeropónico (ADERS)
Cajamarca es una de las dos zonas productora de papa del norte del país.

Sus agricultores siembran variedades mejoradas y nativas, estas últimas muy apreciadas por los consumidores de la región.

Pero su comercialización se limita a los mercados locales porque llegar a los consumidores de la costa supone una inversión y unos contactos que no tienen.

Una ONG está cambiando la situación.

La Asociación para el Desarrollo Sostenible del Perú (ADERS) ha conseguido que los agricultores produzcan papa de calidad y la vendan a grandes supermercados.

Todo empezó hace cinco años en Conga, una zona donde se extrae oro de minas a cielo abierto.

La papa es el cultivo más importante pero su rendimiento es bajo: 5 ton/ha para papas nativas y 10 ton/ha para las mejoradas.

La razón está en que los productores usan como semilla los tubérculos cosechados en sus fincas. O aquellos conseguidos de vecinos o en mercados locales. Y ese es un material que suele tener plagas y enfermedades, que se acumulan de un ciclo a otro.

Para modificar esta situación, ADERS elaboró un proyecto y consiguió financiación con recursos de Yanacocha Mining Corporation, la compañía que extrae el oro de la zona.

Las compañías mineras generalmente desarrollan proyectos en las zonas que intervienen. Es lo que se conoce como Responsabilidad Social Corporativa. Y lo hacen a través de ONGs que conocen la región, tienen los conocimientos técnicos y son hábiles para manejar recursos.

Los primero que hizo ADERS fue establecer una alianza estratégica con el Centro Internacional de la Papa (CIP), el Instituto Nacional de Innovación Agraria (INIA), el Servicio Nacional de Sanidad Agraria (SENASA) y un proyecto de la FAO relacionado con papas nativas.

El siguiente paso fue fortalecer a los productores en tecnologías del cultivo, organización y marketing.

Para ello usó las metodologías del Enfoque Participativo de Cadenas Productivas (EPCP) y de Escuelas de Campo de Agricultores (ECA).

Usando estas tecnologías fueron entrenados 200 agricultores en temas como:

  • buenas prácticas agrícolas
  • cadena de suministros
  • producción de papa nativa
  • poscosecha
  • selección y clasificación de semilla
  • almacenamiento
  • estándares de calidad para mejorar la gestión de marketing. y
  • plan de ventas para atender el mercado

Un paso intermedio fue mejorar la sanidad de la semilla.

ADERS construyó un invernadero para producir minitubérculos por aeroponía a partir de cultivos de tejidos suministrados por el CIP.

Los productores multiplican este material y obtienen semilla de calidad. Además quedan registrados ante el INIA como semilleristas autorizados.

Con el uso de esta semilla y la aplicación de fertilizantes químicos, los rendimientos de los cultivos se incrementaron de 5 ton/ha a 15 ton/ha.

Tal como sucede con CONPAPA (ver capítulo Integrando sistemas formales e informales de semilla de papa en Ecuador), este caso mezcla, en uno sólo, los sistemas formales e informales de semilla.

Porque, por un lado, ADERS recibe material certificado del CIP, y por el otro, produce semilla bajo sus propios estándares de calidad.

El último paso del proceso fue asegurar la comercialización de papa.

Con este fin, ADERS creó una corporación para concretar negocios con los supermercados. De esta forma, los productores asociados se comprometen a entregar las cantidades acordadas de papa.

Los resultados de este proyecto estimularon al Gobierno para proponer una nueva reglamentación de producción de semillas que incluye los sistemas informales de semilla.

Su objetivo es ayudar a conservar la biodiversidad de las variedades nativas y mejoradas que siembran pequeños y medianos productores de semilla.

Las dos categorías que quieren incorporar son la semilla declarada y la semilla tradicional. Con esta última se quiere beneficiar a los productores de papa nativa.

Los agricultores del proyecto han observado que los rendimientos de sus cultivos se triplican si utilizan semilla sana. Tienen en claro que aplicando fertilizantes químicos obtienen papa de calidad. Son conscientes de todo ello.

Pero no saben si van a comprar semilla certificada una vez haya finalizado el proyecto.

Ese es un gran interrogante!

Por lo pronto, el precio de la papa por cada arroba (115 kg) ha pasado de valer US$1.67 a US6.00 en cinco años. Y la rentabilidad de los cultivos en la zona se ha mejorado en un 350%, en el mismo período.

Adaptación del capítulo Aeroponic seed and native potatoes in Peru del documento de trabajo Case Studies of Root, Tuber and Banana Seed Systems.

Integrando sistemas formales e informales de semilla de papa en Ecuador

Tungurahua fomenta producción de semillas (El Heraldo)
La papa ha sido siempre el principal alimento en los Andes ecuatorianos.

Allí los productores desarrollaron miles de variedades de papa nativa.

Pero estas perdieron importancia en los mercados urbanos y fueron reemplazadas por variedades mejoradas.

La población además fue concentrándose en las ciudades y la agricultura se integró definitivamente a los mercados urbanos.

Sin embargo, los pequeños productores fueron apartados.

Incluyendo a los productores de papa.

La razón para que estos no se integren a dichos mercados es su dificultad para producir papa de calidad.

Y parte del problema está en la semilla que utilizan.

Ellos usan los tubérculos cosechados en su finca o aquellos conseguidos de vecinos o en mercados locales.

Pero es una semilla que suele tener plagas y enfermedades, lo que disminuye el rendimiento de los cultivos.

Una solucion es el uso de semilla certificada.

Más esta semilla no está a su alcance y solo el 2% de ellos la utiliza.

Para de mejorar esta situación, la Agencia suiza para el Desarrollo y la Cooperación (COSUDE), el Centro Internacional de la Papa (CIP) y el Instituto Nacional Autónomo de Investigaciones Agropecuarias (INIAP), unieron esfuerzos en 2001 para conectar a pequeños productores de papa con clientes y consumidores en las ciudades.

Usaron dos metodologías:

Plataformas de concertación y proyectos compartidos, en el aspecto organizativo, y Enfoque Participativo de Cadenas Productivas (EPCP), para desarrollar el agronegocio

A través de ellas crearon alianzas para que los pequeños productores conocieran los requisitos de restaurantes, supermercados y procesadores que estuvieran dispuestos a pagar un plus por papa de calidad.

De ese esfuerzo nació el Consorcio de Pequeños Productores de Papa (CONPAPA).

Pero un hecho fue evidente desde el principio: el sistema formal no iba a poder cumplir con sus demandas de semilla.

Entonces CONPAPA empezó a producir su propia semilla.

A grandes rasgos, el proceso sigue los siguientes pasos:

Lo primero que necesita CONPAPA es semilla registrada y esta se la compra al INIAP. Buena parte corresponde a las variedades Fripapa y Superchola. CONPAPA también trabaja con material nativo.

Después de conseguir la semilla, el siguiente paso es multiplicarla.

Esa labor la realizan productores de CONPAPA que han sido graduados en una Escuela de Campo para Agricultores (ECA). En 2014 eran 28 hombres y tres mujeres, todos pertenecientes a la Red de semilleristas.

Ellos mismos se encargan de controlar la calidad del producto. Para ello visitan al lote antes de la siembra, lo inspeccionan al momento de la floración y examinan de los tubérculos cosechados.

Cada kilo de semilla comprada al INIAP produce 18 kilos de semilla común o semilla de calidad declarada. Es una semilla de buena calidad y más económica que la certificada.

Una vez multiplicada la semilla, CONPAPA se la compra a los productores y la guarda en bodegas.

Y apenas está en condiciones óptimas para la siembra, CONPAPA la vende o facilita a sus asociados.

La mayor parte es adquirida por productores del Consorcio que la siembran para producir la papa solicitada por los clientes.

El resto es comprada por ONGs, programas de gobierno y productores individuales.

En épocas de escasez de semilla o cuando un cliente solicita una variedad que el INIAP no produce, los productores aplican las técnicas de selección positiva y negativa, con el fin de obtener una buena cosecha.

La semilla se re-utiliza según las recomendaciones del INIAP. Así por ejemplo, la variedad Fripapa es usada hasta un máximo de cuatro veces, y la Superchola, de seis a siete.

CONPAPA ha contribuido a mejorar los ingresos de los pequeños productores de papa de la provincia de Tungurahua

Gracias a la semilla que produce CONPAPA, ellos ahora pueden ofrecer papa de calidad en mercados de alto valor, donde la pagan muy bien.

Y lo hacen porque pueden competir con volumen, precio, calidad y tiempo.

Entre los años 2005 y 2010, CONPAPA ayudó a vender más de 4.000 toneladas de papa, por un valor de US$1.340.408 y ganancias de US$150.545.

Asi mismo, la rápida difusión de variedades nuevas de papa en el centro del país puede ser atribuida a CONPAPA

Uno de los factores del éxito del Consorcio es la creación de un protocolo de control interno de calidad, dentro del sistema de producción de semillas. Eso contribuye a desarrollar un sentido de compromiso entre los productores.

El protocolo fue desarrollado por CONPAPA y el INIAP y en 2012 quedó registrado oficialmente como parte de la Ley de semillas.

El otro factor es haber sabido mezclar, en uno sólo, los sistemas formales e informales de semilla.

Porque, por un lado, CONPAPA produce variedades mejoradas usando dos atributos propios de los sistemas formales: semillas de alta calidad y protocolos de control de calidad.

Y por el otro, permite que los productores siembren su propia semilla, un componente clásico en los sistemas informales.

El autor agradece a Luis Montesdeoca, CONPAPA Tungurahua, por responder a sus inquietudes y revisar este capítulo.

Adaptación del capítulo Integrating formal and informal potato seed systems in Ecuador del documento de trabajo Case Studies of Root, Tuber and Banana Seed Systems.

Mi opinión

Es curioso ver como en Chile desean eliminar la categoría de calidad declarada mientras en Ecuador y Perú tratan de incluirla.

Claro, los chilenos llevan más de 40 años manejando ese tipo de semilla mientras los ecuatorianos y peruanos (digamos que) recién inician el proceso.

La semilla de calidad declarada es un sistema que no quiere competir con otros sistemas ni duplicar el trabajo de otras organizaciones.

Simplemente es una opción para aquellos gobiernos que no tienen el dinero suficiente para desarrollar un sistema completo de control de calidad.

(como seria el caso de un sistema formal de certificación de semillas)

Pero uno de los desafíos es hacer que esos sistemas sean flexibles en su ejecución y al mismo tiempo respeten los principios básicos de calidad.

La etiqueta adherida al envase de semillas representa la calidad de su contenido y todo el proceso llevado a cabo para conseguirla.

Si la reputación de esa etiqueta se pierde por una mala supervisión, la esencia del sistema deja de existir.

En otras palabras, si el sistema no es ejecutado correctamente, puede llegar a ofrecerse un insumo básico en forma perjudicial.

Desde ese punto de vista, la experiencia chilena sería perfectamente replicable en otros países, eso si, corrigiendo los errores cometidos.

Conoces alguna experiencia de producción de semilla en los Andes que quieras compartir? Por favor utiliza para ello la sección de comentarios, al final de esta nota.


Sobre el autor

Jorge Luis Alonso G. es un escritor de contenidos del sector agrícola. Desde hace 17 años administra a Redepapa, un blog especializado en el cultivo de la papa. Se encuentra radicado en Argentina.

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